Sunday, January 28, 2007

Claudio Guillen

My great uncle Claudio Guillén died yesterday evening. Claudie, as the family called him, was an intellectual in the best European tradition: man of bottomless learning and infinite curiousity, yet at the same time fundamentally humble and always open to new experiences. He was also a great academic innovator: one the earliest practitioners of the discipline of comparative literature, he spent much of his career setting up departments of comparative literature at universities across the world: from Princeton to San Diego to Buenos Aires to Barcelona. Despite being the son of one of the most famous literateurs in all of Spain, he moved out of his father's shadow and became recognized as a great mind in his own right.

Here's the obituary in El Pais:
Un sabio de la crítica literaria
El maestro de la literatura comparada

Claudio Guillén, académico y crítico ejemplar, falleció ayer en Madrid a los 82 años

Claudio Guillén, académico, profesor, era el amigo de todo el mundo: en la Real Academia, en la Universidad, en su generación, en las que vinieron. Su muerte, ocurrida repentinamente a medianoche del sábado en Madrid, mientras veía la película La Reina de África en La 2, llenó de consternación y de pena a los muchos que le conocieron. Tenía 82 años, y mantenía el porte juvenil que Domingo Yndurain, académico también fallecido, calificaba como de "noble elegantemente desmadejado".

Fue soldado en la II Guerra Mundial y luchó por la República en España

Era un maestro de la literatura comparada; la introdujo en España, la enseñó en Harvard y en otras universidades del mundo. Fue soldado en la II Guerra Mundial con De Gaulle, y también luchó a favor de la República en la guerra civil española. Era hijo de Jorge Guillén, el gran poeta de la generación del 27. Pero nunca presumió de nada; estuvo en mil batallas, pero nunca contó batallitas.

Su compañero Ángel González estuvo el jueves con él en la Academia. Claudio se le acercó, charlaron, y en algún momento evocaron a don Jorge; Claudio se llevó a un lado al poeta y le dijo al oído: "Escucha esto de mi padre; a ti sí te lo puedo decir...". Estaba hecho de la elegancia de los que no son presuntuosos.

Natacha Seseña, historiadora del arte, amiga suya desde 1955, decía ayer tarde: "Era muy guapo, de una sensibilidad extraordinaria. Amaba España, pero quizá una España que no existía. El que mejor estudió la literatura española. Iba al fondo de las comparaciones". Beatriz de Moura, directora de Tusquets, su editora, lo recordaba como "un hombre humilde, muy humilde; acaso esa humildad contribuyó a que en España fuera menos reconocido que en el resto del mundo". El director del Cervantes, César Antonio Molina, abundó: "Era una autoridad. Un día me dijo George Steiner que era el único especialista en literatura comparada que merecía la consideración de un maestro, similar a la del propio Steiner".

Claudio Guillén nació en París en 1924; su madre era francesa, y en Francia vive ahora su hermana Teresa. Claudio y su esposa habían estado trabajando, hasta las ocho de la noche del sábado, en el epistolario de don Jorge y en el prólogo que formará parte de la edición especial de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que prepara la Academia para rendir homenaje a Gabo cuando se celebren en Colombia el Congreso de la Lengua, los 80 años de hijo del telegrafista de Aracataca y los 40 de la aparición de su texto más célebre.

Claudio Guillén dio por concluido su exilio en 1982; obras suyas fueron Entre lo uno y lo diverso y Múltiples miradas; ingresó en la Academia en febrero de 2003.

Víctor García de la Concha, el director de la Academia, estaba consternado. Él recibió la primera noticia, y ayer, cuando habló, manejaba ese texto introductorio de Cien años de soledad. Lo habían estado comentando el jueves último Francisco Rico y él con el propio Claudio, poco antes de que la institución le dedicara un homenaje a Francisco Ayala.

Estaba lleno de vida, y de proyectos, decía el director de la Academia; el epistolario de don Jorge le llenaba de ilusión. Quería trabajar con José Manuel Caballero Bonald en las cartas que se intercambiaron éste y su padre; Caballero (que el año pasado entregó a Guillén el premio de su fundación por la obra Entre lo uno y lo diverso) se mostraba "anonadado"; era, dijo, "un gran crítico, un hombre que luchó siempre por superar los nacionalismos culturales, y consiguió en este terreno logros magníficos. Heredó de su padre esa pinta magnífica, la caballerosidad, los buenos modales". Francisco Ayala, en cuyo homenaje académico cumplió Guillén su último acto público, tenía la misma impresión cuando ayer supo que su compañero había muerto. "Era un hombre de gran erudición en cuyo talante personal podía el afán de la amistad. Un amigo".

Víctor García de la Concha aseguró: "No sólo es el introductor de la literatura comparada en España: la introdujo en el mundo; empezó en 1958, cuando era profesor en Harvard; su obra es casi un autorretrato, cosmopolita, universal; estaba equipado para las categorías, no para las anécdotas; era un hombre esencial, respetuoso con lo importante; un gran filólogo viajero, estudió todas las literaturas modernas; vivió el privilegio de ser hijo de la generación que supuso para España un renacimiento literario; es muy europeo, y muy americano; enseñó por todo el mundo; su concepto de la literatura partía del contraste de los arraigos y los estímulos universales". Y eso era lo que estudió, precisamente, en su último trabajo, sobre "el lenguaje de las cosas" en Cien años de soledad.

Su entierro parte hoy del tanatorio de la M-30, a la una de la tarde, hacia el Cementerio Civil de Madrid.
I'll have more personal reflections later.

5 comments:

Anonymous said...

My condolences on the loss of your uncle. He was obviously a very great man.

Anonymous said...

Sorry to hear about your uncle. Don't try translating this with babelfish -- unless you like reading an obit as translated by a drunk schizophrenic.

Anonymous said...

An example of multidimensional understanding and at the same time of universal wit. Did he find a peaceful place to reconcile the two?

Nils said...

I was never sure Claudie was ever exactly at peace, until his last decade or so, when I think his wife Margarita and the general mellowing of old age finally brought him a measure of equanimity which I don't remember him having when I was younger.

Claudie was certainly an impetuous person in many ways, a character trait no doubt encouraged by his combination of intellectual brilliance, charisma, and over-the-top good looks. (Someone in the obit even comments on what a handsome man he was.) These assets provided amply opportunities to make mistakes in life, and being human, he didn't always avoid those mistakes.

But the main thing I will remember about him is that he was a man of tremendous humanity, and this was reflected both in his personal interactions with people, where he always generous and charitable, and in his intellectual production, which was always about finding common ground in the positive. I remember in particular a comment he made once, explaining why he didn't like a certain scholar's critical efforts. He asked, "Why would you spend time reading much less writing about literature you think is poor? There is so much great literature, and so much of it underappreciated, that it seems a misplaced effort to write about things one deems others to have overvalued." This struck me as not only a good way to think about the calling of a professor of literature, but also as the right way to regard life: affirm what it is good, rather than dwell in what is negative. As Nietzsche suggested, one's only form of nay-saying should be to look away.

Anonymous said...

No te conozco, pero yo también conocí a tu tío Claudio, pero sobre todo, y bien, a su hermana, Teresa.

Jorge Guillén estuvo siempre muy cercano a mi abuelo, Emilio Gómez Orbaneja, por su amistad de Valladolid durante la 2º república, trato que mantuvieron durante todo el exilio de Jorge.

visita si quieres
http://www.andresmartinez.es/index.php?id=9&l=1#marca_127

donde me refiero a Claudio, al que siempre he admirado intelectualmente igual o casi más que a su padre.

Saludos cordiales, en todo caso, y hasta pronto.

Andrés